sábado, 16 de febrero de 2013

Todo cambia de repente

Yo tenía ya una idea muy clara de la nueva novela. Un hilo general, unos personajes en proceso de definición, un final en la cabeza. Estaba tejiendo un caprichoso nudo argumental entre las rígidas fechas históricas y los escondidos paisajes de entonces. Buscaba información sobre cuestiones sociales y culturales de forma precisa: una época y un lugar. No me imaginaba que el plan, ése que parecía tan definido y tan a punto de cerrarse, iba a sufrir un cambio radical tras 25 minutos en el metro.


Era la mañana del jueves 14 de febrero y, como cada mañana, me monté en el tren para ir hacia el trabajo. Y, como cada mañana, saqué mi kindle para seguir leyendo la biografía histórica que estoy a punto de acabar. 25 minutos después subía las escaleras de mi estación de destino y en mi cabeza había una idea nueva, una idea ¿mejor?. Desde luego, para mí, más atractiva. Cogí la idea inicial, la fusioné con la nueva y creo tener entre manos una idea, pues eso, mejor.

¿Qué fue lo que me hizo cambiar de idea? Lo resumiré. No escondo que mi nueva novela esá ambientada en la época de las Cruzadas. Eso abarca casi dos siglos así que no especificaré más, así dejo algo de misterio. La cuestión es que leí un extracto escrito en la época, el relato de una batalla más concretamente. Me encantó. Me sumergió de tal modo en la acción que sólo pude sentir tristeza de no poder recrearla con mis palabras en la novela. ¿Por qué? Porque ocurría un poco después del final que yo tenía pensado para la nueva historia.

Pero si algo aprendí con Sombras y honor (La espada de la serpiente), mi primera novela, es que a veces la historia te lleva por donde ella quiere, no por donde tú lo habías planeado. Al bajarme del tren sentía una necesidad de incluir esa batalla en la novela. Como ya he dicho antes, al subir las escaleras de la estación, ya había encontrado la manera incluirla.

Esto hace el proyecto más complejo, más difícil, más exigente. Pero, ¿quién dijo miedo? Escribir es lo que me gusta y ponerme retos también. Al fin y al cabo, escribir es una aventura. Mejor una complicada, ¿no? Espero que el final sea feliz.

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